La honestidad del marketing de la Nueva economía, el poder de las redes sociales.

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Eleuren Almuerzo de NegociosEscrito por: Eleuren Méndez.

La era digital y las redes sociales han transformado nuestra forma de ver la vida,  también la manera que tenemos de conectarnos con nuestros seres queridos y con extraños. Nuestra humanidad ha evolucionado los canales y las formas de relacionarse, enamorarse, soñar y definitivamente desarrollar negocios. El perfil del consumidor en la era del  Web 2.0 experimenta constantemente el poder de la colaboración entre grupos e individuos.  Una de las manifestaciones más comunes   de este nuevo pensamiento es  la exploración  previa a la  compra, buscando tener una decisión consciente al adquirir o recomendar cualquier bien, servicio y/o experiencia a otros en su entorno.

Este nuevo pensamiento,  madurado en el  boom de la Nueva Economía ha hecho a las marcas más vulnerables al escrutinio público y, en algunos casos llevados al  extremo, se ven obligadas a revisar sus políticas de comunicación, marketing, estrategias de ventas y control de costos. El fenómeno ha empezado a tocar a República Dominicana, trayendo presión competitiva adicional a nuestras empresas y por transitoriedad a sus marcas. El empresario o la red corporativa han despertado en un ambiente dominado por una conciencia colectiva del consumidor que les demanda transparencia; al mismo tiempo adquiere poder para dar su opinión en las redes sociales. De modo que, los empresarios se ven presionados a adentrarse en esos mares desconocidos y tormentosos, presionados por las tendencias de consumo desarrolladas en el uso híper-masificado de plataformas de colaboración social como Facebook, Instagram, Twitter o FourSquare y una docena más de redes privadas y públicas.

La tendencia más desarrollada en los últimos tres años se denomina el “F-FACTOR” donde la F representa el poder de influencia de los familiares y los amigos, en ingles Friends & Family, en la toma de decisión para adquirir productos y servicios.  También se refiere al  peso específico que tiene el entorno directo del consumidor  en la toma de decisión para recomendar marcas y experiencias a otros.  Para los que no estén familiarizados con el término técnico,  les traduzco: la gente habla de sus experiencias para bien o para mal de las marcas.

El conglomerado humano, en adición a su comunicación verbal natural, ahora también postea, taggea, twittea, bloguea o acumulan medallas virtuales al visitar tal o cual establecimiento.  Este comportamiento puede transformarse en una tormenta viral o en un trending topic local o global; amplificando de forma positiva o negativa una experiencia  con una marca desde simple y rutinaria transacción que se da en cualquier comercio o tienda. Muchas veces, ante una insatisfacción individual, asumidad por una colectividad, trae como resultado inmediato, o en cuestión de horas, un ataque directo al valor de la marca desde todos los puntos imaginables; con el riesgo final de  socavar y erosionar poco a poco la credibilidad de una  empresa.

¿Cuál debería ser la reflexión para los grandes minoristas y tiendas de alto tráfico, conocidas o por conocer? establecer una ruta de salida al modelo de venta y publicidad basado en tener la “casa llena” e ir desechando progresivamente los entrenamiento en ventas para que sus colaboradores cumplan sus cuotas diarias bajo cualquier circunstancia. Incluso permitir el uso engaños o palabras que buscan dormir o embrujar a los consumidores. Desincentivar a los vendedores para que manejen  las situaciones difíciles con un consumidor mínimamente informado, a través de respuestas evasivas 0 no adecuadas con el fin de  “darle para ‘alante” o “soltarlo en banda”.  Para ilustrar de forma directa lo que les  presento, fíjense en los siguientes argumentos que ejemplifican las realidades del día a día en cualquier establecimiento de venta masiva o especializada:

  • El televisor y/o la nevera que aparece en el encarte: “justamente acabo de vender la última, pero tengo esta que hace lo mismo por unos pesitos adicionales”

  • La blusa y/o la camisa que está en la vitrina: “ese precio no es el real, fue que se equivocó la imprenta” o

  • La leche en polvo y/o el préstamo de vehículo en una feria: “así fue que nos dijeron de arriba, ¿lo va a querer o no?”

La honestidad como valor empresarial, genera relaciones más prolongadas con los consumidores. La verdad siempre sea dicha y es bienvenida aunque no sea bonita. Las marcas modernas están llamada a construir su valor en terrenos firmes de mayor transparencia,  buscando honrar los precios y las condiciones propuestas. También a ser reales para los clientes, haciendo que sus procesos se orienten a la compra libre y consciente, pero con el fin de que la relación se prolongue en el tiempo.

Las empresas deben despertar y evolucionar al concepto de una venta basada en ser enteramente honesto con mi mercado, se convierte una relación a largo plazo  y que de forma paralela, es caldo de cultivo para que la gente hable positivamente tanto en el mundo “Red Social” como en el Real.

Usted que es un consumidor educado, que busca conocer todo sobre el producto que quiere, incluso antes de pisar la tienda; manténgase en esa misma dirección. Y en adición, predique a otros por ese mismo camino para que más personas puedan experimentar el poder del conocimiento,  la información  y la colaboración. A la larga o a la corta esto nos hace compradores más inteligentes, más empoderados.

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